En la redacción, nos
reunieron a todos para darnos nuestros destinos, me tocó acompañar al fotógrafo
a cubrir la entrevista del faro en Cabo Vilán, (Camariñas) A Coruña.
No sabía quien sería
hasta la tarde, y pedía a Dios que no fuera José, era un pelmazo de cuidado,
ojala fuera Alejandro, pero yo era la última que había llegado a la redacción y
ya se sabe, no siempre tienes los mejores destinos.
Alejandro era un buen
periodista y fotógrafo y por supuesto un buen profesional ummmm pero también muy
atractivo.
Deberíamos quedarnos
a pasar la noche allí, para ver in situ la experiencia, y no me importaría
hacerlo con él en absoluto.
Estuve nerviosa toda
la mañana hasta que por fin llegó, después de cubrir una noticia en la puerta de
los juzgados, que lo había mantenido lejos de la redacción casi todo el día.
Pasó por mi mesa y
muy risueño me dijo “nena, esta noche quedamos”. Yo le sonreí, siempre era muy
bromista y todos le conocían bien, era todo un lujo para mí cubrir la noticia
con él.
Así pues antes de
salir de la oficina, compramos unos bocadillos y unas latas para poder cenar
allí.
Ese día era muy frío
y amenazaba tormenta, que lastima, porque una noche clara bajo las estrellas en
el faro, hubiera sido un plan exquisito, a pesar de no contar más que con los
bocadillos.
Alejandro, gran
bebedor de café, sabía cuando llevarse consigo el termo con café bien
calentito.
A las seis de la
tarde estábamos allí, el oleaje era tremendo y el cielo gris oscuro, no dejaba
lugar a dudas que no iba a dar tregua.
Nos esperaban en el
antiguo edificio de los fareros, pero deberíamos quedarnos luego solos en el
faro.
Estaba emocionada,
porque siempre he tenido un sentimiento especial por los faros y después de
haber visitado varios en A Coruña, esta
noche la iba a pasar dentro. No era usual este hecho, pero nuestro director
había tirado de algún hilo y tenía el permiso necesario.
Tomamos notas y
Alejandro hizo toda clase de fotografías, tanto por fuera como por dentro, ya
había anochecido y hacía mucho frío, sin remedio iba a ser una noche larga,
pero estaba segura que nada aburrida.
Cuando terminamos con
todo, teníamos unas horas de descanso, hasta que el día empezara a clarear para
seguir con la salida del sol, debíamos plasmar toda la gama de colores hasta
que el sol nos regalara su presencia, entonces nos dispusimos a comer lo que
habíamos traído, sentados muy juntitos para darnos calor mutuamente. Había una
vista preciosa del mar embravecido y el
choque de las espectaculares olas sobre las rocas, daban respeto, por no decir
miedo.
El cañón de luz que
poseía el faro alcanzaba unos 55 km, lo que en millas marítimas serian unas 28
o 30. Era un faro de interés Turístico Nacional desde el 1933 y se veía desde
arriba un tramo peligroso de la Costa da Morte.
Se nos pasaron las
horas, más rápidamente de lo que yo creía, supongo que la conversación de
Alejandro, dándome detalles de la noticia que cubría esa mañana, me distrajo y
le puse atención, para mi casi todo era nuevo, llevaba muy poco tiempo con
ellos. Alejandro se relajo tanto, que llegó a adormecerse, yo a su lado sentada,
le arrope con las mantas que nos habían dejado, él me sonrió y tiro de mí para
que me metiera debajo de la misma manta con él, despredía calor y se estaba muy
bien a su lado, se durmió plácidamente mientras yo lo observaba, yo no podía
pegar ojo con él tan cerca de mi, quería saborear esos momentos bien despierta,
pero sin saber como, me venció el sueño y por unos minutos me dormí.
Cuando desperté él
había rodeado su brazo por encima de mi cintura, atrayéndome hacía él, dándome
así más calor, no quise moverme y me quede mirándolo, era un hombre muy activo
y verlo dormido me dio unas sensaciones maravillosas, parecía más joven, más
tierno, más mimoso.
Era tan nervioso que
hasta dormido no paraba de moverse involuntariamente, sus manos me apretaban de
cuando en cuando para luego dejarlas relajadas de nuevo encima de mi cuerpo.
Sentía atracción
física hacía él, pero nos conocíamos muy poco, aunque me trataba como si
lleváramos años de compañeros.
Muy lentamente y por
un impulso me acerque a sus labios y le bese tan superficialmente que no se dio
cuenta, pero a mi me recorrió una electrizante corriente por toda la espalda.
Sus labios estaban suaves, húmedos, calientes.
Me sonroje al
instante, pensando que menos mal, no se había dado cuenta, no hubiera sabido
que decirle si llega a ser el caso. Moderé mi posición al ver que abría los
ojos.
Que bien me han
sentado estos minutos, dijo al hablar de nuevo. Te habrás aburrido, perdóname
pero esta mañana me han tenido haciendo guardia un montón de horas.
Se incorporo, y me
acerco un vasito de café, _vamos a tomarlo antes que se enfríe, no quiero que
te quedes helada por mi culpa._ me dijo mientras sus manos rozaron las mías, y
note como él también sentía atracción por mi, mientras me miraba con mucha
atención a los ojos.
Solo había sentido
sus labios en los míos, pero me había transmitido grandes sensaciones, seguía
notando ese cosquilleo que me había dejado el acercamiento a su boca y su
complicidad debajo de la manta hizo el resto.
Así esperamos a que
el sol saliera, para poder conseguir terminar el reportaje que habíamos venido
a buscar, lo que debajo de la manta pasó, nos gustó por igual y fuimos
cómplices del placer que disfrutamos.
Fue una de las
mejores noticias que disfrute, hasta más allá de lo profesional.
Lola_Louise
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