domingo, 16 de diciembre de 2012

El Amanecer


Eran las tres de la madrugada y yo sin dormir, había tenido un día muy movido y ahora pagaba las consecuencias, me decidí a enchufar el ordenador por si tenía algún correo que me hiciera pasar el rato, no tenía nada divertido, muchos de “si mandas esto a diez amigos veras cambiar tu suerte”. Como si eso fuera posible tan fácilmente, ¿quien se creerá estas cosas?
Pero mira, esto esta bien, había uno de alguien a quien hacia tiempo deseaba ver, me sentí bien después de leerlo, sentía algo especial por esa persona y me alegre de saber de él, era escueto en el mensaje, pero supe que le irían bien las cosas solo por el modo que lo decía, sonreí pensando en los pocos ratitos que habíamos compartido, pero bien aprovechados.
Seguí mirando correos sin mucho interés, mi pensamiento seguía en esa persona, me dije que cuando él quisiera, se pondría en contacto conmigo otra vez.
Era preferible dejarle encontrar su camino sin molestarle, siempre he querido ser respetuosa con eso, aunque a veces soy muy impaciente lo sé.
Esperaría a recibir noticias suyas de nuevo.
Me puse a escribir, eso me gusta y me encuentro a mi misma, escribiendo soy yo y también otra persona, no se describirlo, pero es así.
Cuando me di cuenta del rato que llevaba sentada en el ordenador, me sorprendió que ya amanecía, me levante y me acerque a la ventana a mirar fuera, este día que empezaba iba a ser precioso, las ramas de los arboles se mecían con el viento, se respiraba sano, no había ruidos, solo el canto de los pajaritos anunciando la salida del sol, mi vista alcanzo a ver el rio al fondo del paisaje, haciendo surcos en las orillas y remolinos en la curva, para luego caer por una pendiente rauda hacia abajo.
Mirando el agua correr, hace que mis pensamientos se relajen e incluso, llego a quedar en blanco, sin que ningún pensamiento enturbie el momento, ese correr de agua tiene un poder de somnífero natural en mi.
Cogí una almohada y en el poyete del ventanal, me deje caer encima, con las piernas encogidas, para poder quedarme allí viendo como todos los colores de la naturaleza iban cobrando vida, el reflejo del sol hacía que brillara en el agua y el verde de los arboles fuera más intenso.
Finalmente me quede dormida, encogida, hecha un ovillo, pensando en lo bueno que nos reporta saber que alguien ha pensado en nosotros aunque haya sido unos minutos, el sol calentando mi cuerpo a través de los cristales y soñando que tenía suerte de saber algo de mi amigo, después de tantos días.
Para ti Fede.

Lola

2 comentarios:

  1. Los buenos amigos nunca se olvidan . Muy bien descrito el amanecer de un dia de invierno .Animo sigue escribiendo.LUC

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