sábado, 13 de abril de 2013

La Limusina


Siempre había pensado que era una fantasía esplendida, pero difícil de vivir.  Nunca había subido en una, pero claro, la había visto innumerables veces. Blanca, larga, muy larga, ni siquiera sabía que había dentro. Bueno alguna película o reportaje si había visto, pero que lejos de la realidad, estaba yo hasta ese momento.
Mi jefa no podía presentarse al evento, y me tocó a mi ir en su lugar, no sabía con quien me iba a encontrar, me lo dijo a última hora, sin previo aviso, solo el tiempo suficiente para pasar por mi casa y vestirme lo mejor que pude.
Para tal ocasión, no es que tenga muchas cosas, pero eso sí, me las compuse estupendamente y en tiempo récor. Tenía un vestido largo, color carmesí, que solo lo había llevado una noche, y me duro puesto solo media hora. Alguien me lo quito, digamos, en un arrebato de pasión.
Me miré, en el espejo de mi dormitorio y me vi muy bien, sí, no pensaba defraudar a mi jefa, Como hacía bastante frío, estábamos en Noviembre, encima me pondría un abrigo negro, tan largo como el vestido, quedaba precioso, los zapatos, del mismo color carmín  con tacones de vértigo, esperaba no tener que andar mucho, a ser posible.
Me arreglé el pelo, dejándolo  ondulado. La melena me llegaba por debajo de los hombros, y por delante me caía con unos bucles que  daban  sensualidad a mi cara, sabía que no era una preciosidad, pero mi espontaneidad resultaba muy atractiva.
Como el escote del vestido era muy pronunciado, debía  ir sin nada de lencería, eso también me gustaba, sentir que la seda del vestido me rozaba en los pezones, con esa suavidad, esa sensación me erotizaba. Mientras iba terminando me sentía sumamente contenta del resultado, ahora solo faltaba que la persona que iba a acompañarme me gustara.
Justo en ese momento llamaron a casa, alguien esperaba abajo, delante de la limusina blanca. Emocionante ¡¡
Al saludarlo, se inclino hacia mí y me dio dos besos, me sujeto la mano, para ayudarme a subir al coche, yo levante mi vestido lo suficiente para no pisarlo, aquello era extraordinario, una luz tenue, un largo sofá blanco de piel, que ocupaba todo lo largo del coche, y delante de este, una barra con todo lo que se podía imaginar, para tomar mientras estuviéramos allí. Toda esa parte era un gran espejo salpicado de pequeñas luces, que por más que no quisieras verte, era imposible, se multiplicaba nuestra figura por diez, una detrás de la otra, por un momento aquello llego a marearme, menos mal que las luces atenuadas, dejaban más intimidad al espacio.
Él se sentó a mi lado, muy cerca, era un tipo atractivo, de unos 50 años, muy bien llevados, y muy bien vestido. Dijo ser, un cliente de la persona  que nos había invitado y amigo intimo de mi jefa.
Olía a chanel, precisamente era mi fragancia preferida en un hombre, no sabía, si podría concentrarme durante el evento, a su lado. Tenía unas manos preciosas, de dedos largos, sin querer, mi pensamiento voló y las sentí  acariciándome, sabía que no podía distraerme con aquellos pensamientos, de momento… Menos mal que no se esperaba de mi gran cosa, solo ser una acompañante agradable.
Me ayudó a quitarme el abrigo, porque debíamos recorrer un buen tramo de autopista, y allí hacía calor. Muy amablemente me ofreció una copa de vino, que yo acepte encantada, no pensaba dejar pasar una ocasión como aquella. Una vez nos tomamos la bebida, nos vimos algo más relajados, y nos dedicamos a hablar de cosas banales, mientras recorríamos el camino.
En el Casino, la velada fue corta, pero fructífera para mi jefa, cerraron algunos contratos y dejaron la puerta abierta para un gran negocio, en París.
Así que,  la vuelta a casa, fue relajada,  él, contento después de varias copas, parecía más joven, de lo que en un principio  había apreciado. No se, si seria por la bebida o por la atmosfera que reinaba en la limusina, pero yo estaba exultante, tanto que mi lado cauto, se había apeado del coche.
Él, que también se sentía en el mismo plano que yo, empezó a erotizarme, con sus miradas, después incluyo esas manos que tanto me gustaban, y sin saber como, me tenía rendida en el sofá, sin dejar de besarnos, y yo dispuesta a todo, a todo lo que surgiera.
Fue subiendo el vestido, primero a las rodillas, luego más arriba, dejando mis muslos a la vista, entonces se fijo que llevaba la ropa interior tan pequeña, que apenas se veía. Sus manos recorrían mis piernas, y yo me sentía muy bien. Se desabrocho la corbata y la lanzo al suelo, su olor me eclipsaba y me llenaba de morbo, fui yo misma quien le dije que lo deseaba, allí y en ese momento. El me miro, como midiendo mi sentido de la realidad, y vio en mis ojos el deseo, No, mis ojos no mentían, estaba totalmente excitada.
Se desprendió de la ropa y dejo a la vista su cuerpo, un cuerpo esbelto y dispuesto a darme toda clase de sensaciones y placer.
La fría piel del sofá, que notaba en la espalda y en mi culo era testigo de tal excitación, era mucho más de lo que siempre había imaginado, y ese hombre con sus maneras y sensibilidad era perfecto, los movimientos sincronizados por alguna razón que no sabría  definir, nos llevaban poco a poco al éxtasis del orgasmo, sin apenas hablar, poco había que decir en ese momento, solo disfrutar.
A cada embestida que daba, yo soltaba un grito de placer, mientras veía mi cara reflejada en el espejo, rodeado de luces, haciendo más morbosa mi mirada.
Sentía sus susurros en mi oído, hasta que conscientes de que no podíamos esperar más, nos dejamos llevar, llegando al clímax, exhaustos pero felices.
Mi melena alborotada y el vestido húmedo, eran testigo de tanta excitación.

(Por fin había llevado una fantasía a la realidad.)
Lola_Louise

2 comentarios:

  1. Un relato muy bonito y excitante que cuenta con unas descricciones muy bien hechas .El final es muy excitantem,me gusta .LUC

    ResponderEliminar