Siempre había pensado
que era una fantasía esplendida, pero difícil de vivir. Nunca había subido en una, pero claro, la
había visto innumerables veces. Blanca, larga, muy larga, ni siquiera sabía que
había dentro. Bueno alguna película o reportaje si había visto, pero que lejos
de la realidad, estaba yo hasta ese momento.
Mi jefa no podía presentarse
al evento, y me tocó a mi ir en su lugar, no sabía con quien me iba a
encontrar, me lo dijo a última hora, sin previo aviso, solo el tiempo suficiente
para pasar por mi casa y vestirme lo mejor que pude.
Para tal ocasión, no es
que tenga muchas cosas, pero eso sí, me las compuse estupendamente y en tiempo
récor. Tenía un vestido largo, color carmesí, que solo lo había llevado una
noche, y me duro puesto solo media hora. Alguien me lo quito, digamos, en un
arrebato de pasión.
Me miré, en el espejo
de mi dormitorio y me vi muy bien, sí, no pensaba defraudar a mi jefa, Como
hacía bastante frío, estábamos en Noviembre, encima me pondría un abrigo negro,
tan largo como el vestido, quedaba precioso, los zapatos, del mismo color
carmín con tacones de vértigo, esperaba
no tener que andar mucho, a ser posible.
Me arreglé el pelo,
dejándolo ondulado. La melena me llegaba
por debajo de los hombros, y por delante me caía con unos bucles que daban sensualidad a mi cara, sabía que no era una
preciosidad, pero mi espontaneidad resultaba muy atractiva.
Como el escote del vestido
era muy pronunciado, debía ir sin nada
de lencería, eso también me gustaba, sentir que la seda del vestido me rozaba
en los pezones, con esa suavidad, esa sensación me erotizaba. Mientras iba
terminando me sentía sumamente contenta del resultado, ahora solo faltaba que
la persona que iba a acompañarme me gustara.
Justo en ese momento
llamaron a casa, alguien esperaba abajo, delante de la limusina blanca.
Emocionante ¡¡
Al saludarlo, se
inclino hacia mí y me dio dos besos, me sujeto la mano, para ayudarme a subir
al coche, yo levante mi vestido lo suficiente para no pisarlo, aquello era
extraordinario, una luz tenue, un largo sofá blanco de piel, que ocupaba todo
lo largo del coche, y delante de este, una barra con todo lo que se podía
imaginar, para tomar mientras estuviéramos allí. Toda esa parte era un gran espejo
salpicado de pequeñas luces, que por más que no quisieras verte, era imposible,
se multiplicaba nuestra figura por diez, una detrás de la otra, por un momento
aquello llego a marearme, menos mal que las luces atenuadas, dejaban más
intimidad al espacio.
Él se sentó a mi lado,
muy cerca, era un tipo atractivo, de unos 50 años, muy bien llevados, y muy
bien vestido. Dijo ser, un cliente de la persona que nos había invitado y amigo intimo de mi
jefa.
Olía a chanel,
precisamente era mi fragancia preferida en un hombre, no sabía, si podría
concentrarme durante el evento, a su lado. Tenía unas manos preciosas, de dedos
largos, sin querer, mi pensamiento voló y las sentí acariciándome, sabía que no podía distraerme
con aquellos pensamientos, de momento… Menos mal que no se esperaba de mi gran
cosa, solo ser una acompañante agradable.
Me ayudó a quitarme el
abrigo, porque debíamos recorrer un buen tramo de autopista, y allí hacía
calor. Muy amablemente me ofreció una copa de vino, que yo acepte encantada, no
pensaba dejar pasar una ocasión como aquella. Una vez nos tomamos la bebida,
nos vimos algo más relajados, y nos dedicamos a hablar de cosas banales,
mientras recorríamos el camino.
En el Casino, la velada
fue corta, pero fructífera para mi jefa, cerraron algunos contratos y dejaron
la puerta abierta para un gran negocio, en París.
Así que, la vuelta a casa, fue relajada, él, contento después de varias copas, parecía
más joven, de lo que en un principio había apreciado. No se, si seria por la bebida
o por la atmosfera que reinaba en la limusina, pero yo estaba exultante, tanto
que mi lado cauto, se había apeado del coche.
Él, que también se
sentía en el mismo plano que yo, empezó a erotizarme, con sus miradas, después
incluyo esas manos que tanto me gustaban, y sin saber como, me tenía rendida en
el sofá, sin dejar de besarnos, y yo dispuesta a todo, a todo lo que surgiera.
Fue subiendo el
vestido, primero a las rodillas, luego más arriba, dejando mis muslos a la
vista, entonces se fijo que llevaba la ropa interior tan pequeña, que apenas se
veía. Sus manos recorrían mis piernas, y yo me sentía muy bien. Se desabrocho
la corbata y la lanzo al suelo, su olor me eclipsaba y me llenaba de morbo, fui
yo misma quien le dije que lo deseaba, allí y en ese momento. El me miro, como
midiendo mi sentido de la realidad, y vio en mis ojos el deseo, No, mis ojos no
mentían, estaba totalmente excitada.
Se desprendió de la
ropa y dejo a la vista su cuerpo, un cuerpo esbelto y dispuesto a darme toda
clase de sensaciones y placer.
La fría piel del sofá, que
notaba en la espalda y en mi culo era testigo de tal excitación, era mucho más
de lo que siempre había imaginado, y ese hombre con sus maneras y sensibilidad
era perfecto, los movimientos sincronizados por alguna razón que no sabría definir, nos llevaban poco a poco al éxtasis
del orgasmo, sin apenas hablar, poco había que decir en ese momento, solo
disfrutar.
A cada embestida que daba,
yo soltaba un grito de placer, mientras veía mi cara reflejada en el espejo,
rodeado de luces, haciendo más morbosa mi mirada.
Sentía sus susurros en
mi oído, hasta que conscientes de que no podíamos esperar más, nos dejamos
llevar, llegando al clímax, exhaustos pero felices.
Mi melena alborotada y
el vestido húmedo, eran testigo de tanta excitación.
(Por fin había llevado
una fantasía a la realidad.)
Lola_Louise
Un relato muy bonito y excitante que cuenta con unas descricciones muy bien hechas .El final es muy excitantem,me gusta .LUC
ResponderEliminar:)
ResponderEliminar