Como un relámpago Lulú corre
escaleras abajo, se ha dormido esta mañana, y al abrir la puerta se ha
encontrado al dueño del piso reclamándole el alquiler, ya son dos meses lo que
debe y no está dispuesto a esperar más, Lulú, le promete que esta noche cuando regrese
pagará la deuda. Lo dice más por salir de ahí, que con convencimiento de causa,
ya pensará después como lo arregla.
Llega a la estación
justo cuando el tren le queda dos minutos para la salida, no puede con su alma o más bien son los pies,
con esos zapatos de tacón alto los que la matan. Da gracias que hoy no va lleno
y dando un suspiro, se acomoda en el asiento libre. Delante de ella hay un joven
que no le quita ojo. Por un momento Lulú
mira su ropa por si al correr se le ha abierto más de lo normal el escote del
vestido. Le encanta como le sienta, pero en más de una ocasión ha dejado a la
vista parte de su generoso pecho.
__Todo está en orden,
sonríe satisfecha__ Lulú es una chica que aunque no se lo proponga llama la
atención, ya sea por la ropa o por su carácter extrovertido, al instante cae en la cuenta que con las prisas no ha
comprado el billete.
__No puede ser ¡no
puede estar pasándome esto¡¡__ Mira de reojo a lo largo del vagón derecha e
izquierda y se tranquiliza pensando que no es fácil que vaya a pasar ahora el
revisor. El viaje dura escasamente media hora, y ella suele repasar la agenda
de trabajo durante el trayecto, en cambio, hoy, recuerda lo bien que lo pasó
anoche en la cama con sus juegos eróticos en compañía, solo recordándolo y
apretando sus muslos se siente excitada.
De pronto una voz muy
masculina la hace volver a la realidad __Perdone señorita su billete por favor?
Lulú da un respingo con un gesto de incomodidad. El revisor mientras ella
reacciona, empieza saludando y picando el billete a los demás viajeros del
compartimento. El revisor es un tipo agradable, ella está segura que lo entenderá,
lo ha visto en varias ocasiones y espera que no la multe. Lulú se levanta del
asiento y sale con él al pasillo, dando las primeras explicaciones. Él, que le
encantan las mujeres como ella, alta y esbelta con los pechos grandes se
dispone a seguirla, pensando….” A ver qué excusa va a darme” El siguiente
compartimento acaba de quedar libre y él amablemente hace ademán con la mano
señalando que tome asiento y pueda dejar sus objetos personales en el asiento
vacío. Él, primero se queda de pie, pero viéndola tan azorada, aunque la verdad, es que no parece ser una mujer que
se corte por nada, acaba sentándose delante ya que está todo el compartimento
vacío, Alan se sienta delante de ella y sus ojos bajan con mal disimulo a las
piernas de Lulú, que va vestida con un vestido corto y deja a la vista gran
parte de ellas. Lejos de sentirse molesta parece disfrutar del morboso momento.
Algo de sus manos cae al suelo y Alan con educación se inclina hacia delante
para recogerlo…Lulú abre las piernas justo en ese momento y él no puede más que
levantar los ojos ante lo que está viendo. Él es una persona seria, pero ante
este despropósito se deja llevar por la excitación y el caos de aquella mujer.
Sin más, Lulú empieza a contar que las
prisas por coger el tren ha hecho que olvidase comprar el billete, todo esto se
lo cuenta con cara de pena, pero con toda la morbosidad de la que está dotada,
seguidamente empieza a coquetear con Alan, que nunca había llegado a imaginar
que una cosa así pudiera pasarle. La chica le pide que la ayude y haciéndole señas
le dirige al lavabo, Alan que esta atónito y no da crédito a lo que está
pasando se encuentra en una situación poco cómoda, acaba de tener una erección
que casi le impide pensar con claridad. Una vez dentro del lavabo Lulú que ya
estaba excitada pensando en la noche anterior tira de la corbata de Alan para
acercarlo a su cuerpo lo cual no es muy difícil dadas las proporciones del
lavabo. Es ella quien lo tiene a su merced ya que él aún esta embobado.
Apoyando el culo en el frió lavamanos de acero lo que ya de por si la excita
sobremanera, levanta y abre las piernas lo necesario para que Alan se pegue a
ella y es cuando ve perfectamente lo que creyó una alucinación…. la chica va
sin braguitas¡¡ Y se le está ofreciendo sin más. Alan, sin mediar palabra la
coge por la barbilla mientras la besa acaloradamente con un desenfreno inusual
en él. Sin muchos más preámbulos y en pocos minutos la posee disfrutando sus
gemidos de placer.