miércoles, 13 de enero de 2016

La sensual Lulú

Como un relámpago Lulú corre escaleras abajo, se ha dormido esta mañana, y al abrir la puerta se ha encontrado al dueño del piso reclamándole el alquiler, ya son dos meses lo que debe y no está dispuesto a esperar más,  Lulú, le promete que esta noche cuando regrese pagará la deuda. Lo dice más por salir de ahí, que con convencimiento de causa, ya pensará después como lo arregla.
Llega a la estación justo cuando el tren le queda dos minutos para la salida,  no puede con su alma o más bien son los pies, con esos zapatos de tacón alto los que la matan. Da gracias que hoy no va lleno y dando un suspiro, se acomoda en el asiento libre. Delante de ella hay un joven que no le quita  ojo. Por un momento Lulú mira su ropa por si al correr se le ha abierto más de lo normal el escote del vestido. Le encanta como le sienta, pero en más de una ocasión ha dejado a la vista parte de su generoso pecho.
__Todo está en orden, sonríe satisfecha__ Lulú es una chica que aunque no se lo proponga llama la atención, ya sea por la ropa o por su carácter extrovertido, al instante  cae en la cuenta que con las prisas no ha comprado el billete.
__No puede ser ¡no puede estar pasándome esto¡¡__ Mira de reojo a lo largo del vagón derecha e izquierda y se tranquiliza pensando que no es fácil que vaya a pasar ahora el revisor. El viaje dura escasamente media hora, y ella suele repasar la agenda de trabajo durante el trayecto, en cambio, hoy, recuerda lo bien que lo pasó anoche en la cama con sus juegos eróticos en compañía, solo recordándolo y apretando sus muslos se siente excitada.
De pronto una voz muy masculina la hace volver a la realidad __Perdone señorita su billete por favor? Lulú da un respingo con un gesto de incomodidad. El revisor mientras ella reacciona, empieza saludando y picando el billete a los demás viajeros del compartimento. El revisor es un tipo agradable, ella está segura que lo entenderá, lo ha visto en varias ocasiones y espera que no la multe. Lulú se levanta del asiento y sale con él al pasillo, dando las primeras explicaciones. Él, que le encantan las mujeres como ella, alta y esbelta con los pechos grandes se dispone a seguirla, pensando….” A ver qué excusa va a darme” El siguiente compartimento acaba de quedar libre y él amablemente hace ademán con la mano señalando que tome asiento y pueda dejar sus objetos personales en el asiento vacío. Él, primero se queda de pie, pero viéndola tan azorada, aunque  la verdad, es que no parece ser una mujer que se corte por nada, acaba sentándose delante ya que está todo el compartimento vacío, Alan se sienta delante de ella y sus ojos bajan con mal disimulo a las piernas de Lulú, que va vestida con un vestido corto y deja a la vista gran parte de ellas. Lejos de sentirse molesta parece disfrutar del morboso momento. Algo de sus manos cae al suelo y Alan con educación se inclina hacia delante para recogerlo…Lulú abre las piernas justo en ese momento y él no puede más que levantar los ojos ante lo que está viendo. Él es una persona seria, pero ante este despropósito se deja llevar por la excitación y el caos de aquella mujer. Sin más, Lulú empieza a contar que  las prisas por coger el tren ha hecho que olvidase comprar el billete, todo esto se lo cuenta con cara de pena, pero con toda la morbosidad de la que está dotada, seguidamente empieza a coquetear con Alan, que nunca había llegado a imaginar que una cosa así pudiera pasarle. La chica le pide que la ayude y haciéndole señas le dirige al lavabo, Alan que esta atónito y no da crédito a lo que está pasando se encuentra en una situación poco cómoda, acaba de tener una erección que casi le impide pensar con claridad. Una vez dentro del lavabo Lulú que ya estaba excitada pensando en la noche anterior tira de la corbata de Alan para acercarlo a su cuerpo lo cual no es muy difícil dadas las proporciones del lavabo. Es ella quien lo tiene a su merced ya que él aún esta embobado. Apoyando el culo en el frió lavamanos de acero lo que ya de por si la excita sobremanera, levanta y abre las piernas lo necesario para que Alan se pegue a ella y es cuando ve perfectamente lo que creyó una alucinación…. la chica va sin braguitas¡¡ Y se le está ofreciendo sin más. Alan, sin mediar palabra la coge por la barbilla mientras la besa acaloradamente con un desenfreno inusual en él. Sin muchos más preámbulos y en pocos minutos la posee disfrutando sus gemidos de placer.